NOTA 9

 Es una tarde fría, estoy tomando té de manzanilla tirada en el sillón de la sala, pensando en como se pasó el día y no hice mucho puesto que no me sentí del todo bien, escucho pasar una ambulancia ¿qué pasaría? 

Abrí otra ventana en mi ordenador, mientras escribo esto, veo facebook y me aparecen muchas páginas de ventas, ventas de todo tipo, ropa, zapatos, accesorios, artículos para el hogar; no puedo evitar pensar en lo mucho que consumimos, todos, ¿para qué? ¿por qué? ...

Somos una sociedad esclava del consumismo, eso es, no hay más que decir, y sí, me incluyo, compro cosas innecesarias también, puros adornos superficiales que luego de mucho o poco uso van a dar a la basura. Pienso en como las aves de mi jardín son tan felices con un poco de arena de las macetas, mi perro solo tiene un collar y es feliz con el simple hecho de verme llegar todos los días del trabajo, las abejitas se posan sobre las hojas de la albahaca, zumban, zumban de placer, el precioso colibrí que viene todos los días a bailar sobre las flores rojas hace un sonido que avisa su presencia. 

Quiero ser feliz con poco o nada porque a fin de cuentas ¿qué es la felicidad sino otra cosa más que la satisfacción de nuestra propia existencia desnuda? sin oro, sin plata, sin posesiones más que el alma y el intelecto, el espíritu bueno y noble, un proceder recto y humano.

No hay más forma de alcanzar la felicidad, la plenitud, porque, la cima de la autorrealización está al final de los escalones que vamos colocando con nuestras acciones, día a día, no hay más.

Pienso...

¿Necesitamos todo lo que tenemos o solo necesitamos que todos vean lo que tenemos para sentir que el vacío se llenó un poco? pero, ese vacío no se llena con nada material, aunque la ropa sea de marca, los perfumes sean Chanel y los zapatos Calvin Klein...

La fuente de la felicidad se encuentra dentro de uno mismo...

Terminé mi té.