Cuentos de un filósofo taxista
Hace unos meses, en compañía de mi hermana tuve un viaje, para movilizarnos en la ciudad llamamos a un viejo amigo de mi papá, taxista desde hace muchos años, no por vocación pero si por convicción de que el taxi lo sacaría de apuros y sobre todo, lo haría conocer personas que le harían aprender y enseñar el sentido de la vida. No lo conocíamos, nunca lo habíamos visto, sin embargo, cuando llegó a recogernos, supimos que era él, por la expresión en su rostro cuando nos reconoció (por las indicaciones que le dimos) sonrió de oreja a oreja y su bigote ancho se curvó con el movimiento de su risa, de baja estatura y tez morena, inspiraba confianza; nos manifestó lo contento que estaba por conocernos y por llevarnos seguras hacia donde íbamos.
A lo largo del camino hizo preguntas y también dió respuestas, nos contó como fue que empezó a manejar taxi, su vocabulario era muy extenso y utilizaba palabras técnicas, dijo que le gustaba mucho leer, pero más que leer, lo que le apasionaba era escribir, y de hecho, dijo que lo hacía, pero que por falta de dinero nunca pudo publicar nada, pero expresó que "nunca es demasiado tarde para hacer algo que nos gusta y queremos hacer con todo el corazón".
Nos contó como una vez entró (con mucho miedo) a un lugar peligroso de la ciudad capital, lo hizo para no dejar sola a la muchacha que llevaba de pasajera, le pidió protección a Dios y con mucha tenacidad llegó hasta la casa de su copiloto, ella le agradeció, él se fue, pero en el camino se le cruzaron unos tipos, el paró el taxi y con mucha amabilidad (y fe) los saludó, mientras en su mente pensaba "nada pueden hacerme porque vine con Dios" ellos le preguntaron: "¿qué andas haciendo aquí? ¿No te da miedo? y él les dijo que no y les contó una historia de la biblia, los tipos al terminar de escuchar la historia, (para sorpresa del señor) le dijeron que podía seguir su camino, que tuviera cuidado.
Nos contó con mucha felicidad, que nunca lo han asaltado, en más de 20 años de servicio, nunca ha tenido accidentes y tampoco inconvenientes con pasajeros, al contrario, ha aprendido mucho de la gente y él ha intentado enseñar por medio de sus conocimientos sobre la biblia y su pensamiento filosófico. Para él todo tiene un propósito y hay que agradecer y pedir cosas buenas porque las cosas malas no merecen atención, solo generan más cosas malas, por eso, aunque nos encontremos en un callejón sin salida, siempre debemos pensar de manera positiva, pidiéndole a Dios y al universo.
Ser taxista nunca fue su vocación, él tenía otros planes para su vida, pero el destino tenía otros planes para él. Cuando ha visto personas solas en alguna calle oscura y peligrosa, los lleva a su destino o a un lugar seguro, sin cobrar, y como dice él, quizá ese fue el plan perfecto de Dios, que un señor de bigote ancho, de baja estatura y tez morena, con muchos sueños y esperanzas de juventud, tomara al volante otro camino... el de salvar vidas en un taxi.
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