La satisfacción del esfuerzo.
¿Habrá un sentimiento más motivador que el de la satisfacción?
Todos los días tenemos que esforzarnos por algo, pero siempre hay días especiales en los que debemos esforzarnos aún más.
Cuando confiamos en nosotros mismos y deseamos lograr una meta, un objetivo, somos más productivos, disciplinados y organizados. Planeamos todo con anticipación, organizamos nuestro tiempo y nos obligamos a realizar la acción.
¡Qué bonito sentimiento cuando por fin logramos nuestro objetivo! pero el sentimiento es más profundo, más honesto, más espiritual cuando nos tuvimos que esforzar al máximo para lograr la meta.
A cuantos nos ha pasado que en la escuela, instituto o universidad nos ha costado mucho una materia en específico, simplemente no la entendemos, ya se llega el día de un examen y nos sentimos nerviosos y preocupados, pero de un momento a otro algo dentro de nosotros nos empuja y nos insta a esforzarnos más y dar lo mejor; pasamos estudiando día y noche, buscamos vídeos en internet, hacemos ejercicios de repaso, vamos a la biblioteca por más información. El día del examen se llega y algo cambia, ya no estamos preocupados, solo algo nerviosos, hacemos el examen y ¡sorpresa! nos sentimos satisfechos porque aún sin saber cual podría ser nuestra nota, confiamos en que el resultado será positivo, ¿por qué? ¡porque nos esforzamos y logramos nuestro objetivo que era APRENDER!
Y así como practicar una materia para la cual no somos buenos, y al final obtener buenos resultados, así es la vida, es un constante fluir, ir y venir, un constante "alcanzar algo"
Sin objetivos no hay metas, sin metas no hay propósitos, sin propósitos no hay sentido, y el sentido de vivir es ESFORZARNOS, la recompensa siempre será ¡LA SATISFACCIÓN!
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