LA ABUNDANTE GENEROSIDAD DEL MENOS FAVORECIDO
Martes 07 de abril del año 2020.
Me levanté, desayuné, me arreglé y renegando me puse a ordenar la papelería que tenía que llevar a mi docente de práctica supervisada, yo quería seguir durmiendo, después de muchas noches de desvelo y días enteros de estudio me sentía cansada, desmotivada y estresada.
Me subí a la camioneta, justo al lado de mi papá, a pesar de la cuarentena y las disposiciones presidenciales en la calle transita mucha gente, hay demasiado tráfico y cuesta llegar puntual a un lugar, me estresé más, estaba ansiosa por llegar, tenía que llegar antes de las 10 o la licenciada se iría sin mi papelería, me enojé porque ¿qué hace toda esa gente en la calle? ¿por qué no estaban en sus casas? me estaban retrasando más.
El semáforo se puso en rojo, en la esquina un muchacho en silla de ruedas, sin sus piernas, con la frente brillando de sudor puesto que el sol quemaba y él estaba ahí sin protección, un camión recolector de basura estaba doblando la esquina y uno de los muchachos estaba en la acera, con ropa sucia, zapatos viejos, pantalón roto, sudoroso y con una bolsa de basura en la mano, se acercó al muchacho en silla de ruedas, se sacó un quetzal de la bolsa del pantalón roto y se lo dió; él le agradeció con una sonrisa y a mi se me llenó el corazón de ternura.
Muchos carros pasaron y ninguno le dió nada, pero el muchacho recolector de basura al que le cuesta tanto juntar dinero quizá para comprar solamente pan, compartió lo poco que tenía con alguien que es aún menos favorecido que él, porque no tiene piernas.
Dos lecciones:
Las personas que menos tienen muchas veces son las que más dan y dan de corazón, ayudan a los demás porque saben lo que se siente no tener nada y no ser ayudado. Son generosos.
Sentir agradecimiento por lo que puedo hacer, así sea mucho, así sea cansado, agradecimiento por lo que tengo, por lo que soy, por lo que Dios me dió, agradecimiento por la oportunidad de poder superarme, tener un techo, una familia, comida y amor.
Siempre he sido agradecida pero en ocasiones la frustración me invade, el estrés me agobia y reniego sin darme cuenta de lo afortunada que soy.
El día cambió para mí, al ver esa imagen, al presenciar la bondad pude sentir fe y esperanza.
No todo es malo, no todos son malos.
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